top of page

La TPI y yo


Siempre me he declarado aficionado de las discusiones y los debates; en diferentes momentos de mi vida enfocados a la religión, a la política, al deporte, y en tiempos más recientes, respecto a qué escuela psicoterapéutica es la buena. Como alguien graduado de la licenciatura en psicología clínica en el siglo XXI, naturalmente he dedicado mucha saliva a explicar por qué la Terapia Cognitivo Conductual se coloca un par de peldaños por encima de cualquier otra. “Ésta es la buena, está basada en ciencia, es eficaz, es efectiva, la APA lo dice, mi profesor lo dice.” Era seguramente la forma en la que me escuchaba, no mucho mejor que un vendedor de seguros que te aborda en una plaza comercial, siempre buscando la reafirmación de que la escuela con la que había decidido casarme era lo mejor en psicoterapia, haciéndose así merecedora a mi eterna fidelidad. Ahí radica el problema de la psicología moderna.

A menudo nos encontramos señalando a los psiquiatras, chamanes, curanderos y gremios similares por el estigma que marca la práctica psicoterapéutica sin voltear a ver las carencias que cada una de nuestras escuelas presenta.

Semejante disonancia explicativa solo puede encontrar su raíz en que, por décadas, nos hemos dedicado a desarrollar agrupaciones de conocimientos y técnicas argumentando desde el beneficio económico y social, y lejos de un desarrollo científico enfocado a lo más importante: ser más capaces de ayudar a las personas. Como gremio, hemos dejado de buscar respuestas para dedicar los esfuerzos a la justificación del que ya decidimos que sería el camino.

La Terapia Paramnémica Integrativa llega como una herramienta más allá de las corrientes, buscando desarrollar un entendimiento científico con el único interés de comprender antes de justificar. Antes de ser un modelo terapéutico, es uno psicológico.

Como psicólogo y terapeuta, me ha representado una puerta al entendimiento de los qués, cómos y por qués de aquello que sucede en una sesión terapéutica. De manera clara, concisa y que invita a la crítica, es capaz de desarticular los fenómenos que, vistos desde otro lente epistemológico, tomarían tesis enteras de explicar.

Creo en la TPI como el preámbulo a una práctica integrativa que enfoque el esfuerzo al cambio que quiere lograr el cliente y no a las limitantes que pueda presentar el terapeuta.


bottom of page