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Las paradojas del trabajo con el duelo

En muchas ocasiones lo que está deteniendo a un cliente en el avance de su vida son emociones fuertes y negativas, que vive en ámbitos de mucha relevancia para su persona.  Emociones como miedo, angustia, sensación de presión, enojo y otras, que en realidad derivan de no haber podido soltar un escenario atemorizante en su mente porque representa la pérdida de un deseo muy importante.

Las circunstancias de este tipo son complejas en terapia porque normalmente estamos tratando de que la persona use sus recursos y se oriente de la manera más productiva y positiva ante sus circunstancias. Tendemos a buscar que su manera de enfrentar la vida o los problemas sea valiente, confiada, propositiva; pero normalmente estas actitudes chocan con lo que está pasando a nivel emocional por este gran apego y miedo a fallar o a perder sobre dicho deseo de enorme importancia. Y las personas se sienten desesperadas al descubrir que están tratando de poner en práctica todo la actitud proactiva, productiva y positiva que parece ser la más adecuada para enfrentar la situación, pero cada vez que lo intentan, fracasan y se sienten cada vez más presionados y agobiados porque los fracasos les van acercando a la realidad que quieren evitar: fallar en el logro de sus metas o de sus deseos.

El gran agobio, el gran miedo, las intensas emociones negativas que toman presa a la persona cuando se embarca en estos intentos de avance, como bien lo podemos deducir de la propuesta de las Actitudes Primarias de Supervivencia del Modelo Paramnémico, son en realidad la normal consecuencia de una inminente y posible pérdida frente a un deseo de mucha importancia.

Cuando podemos identificar esos deseos y aclarar con el consultante el origen de estas emociones negativas, se abre la posibilidad de trabajar los duelos de manera adecuada.

La paradoja en este trabajo es que conforme más se acepta la posibilidad de fracaso, conforme más logramos resolver el duelo real sobre los deseos amenazados, más se libera la persona de estas emociones negativas y menos presión, menos agobios, menos ansiedad, menos enojo vive nuestro consultante. 



En un absoluto contrasentido de lo que típicamente se busca hacer en estos casos, al aceptar el fracaso en lugar de evitarlo, la persona queda mucho más preparada para el éxito porque se liberan los recursos mentales y emocionales que estaban atrapados en esta lucha contra las emociones negativas. El desapego de estos deseos tan importantes en la vida del consultante libera sus habilidades para triunfar en ellos y no caer en la frustración que tanto teme.

Cuando el miedo es tan grande que paraliza, la aceptación de fracaso puede ser la solución que libera nuestra habilidad de triunfar. Esta es una de las más importantes huellas que deja el trabajo con el proceso de duelo en la vida cotidiana.

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